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lunes, 18 de marzo de 2013

ENLACES A CUENTOS

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Os adjunto el enlace de una web para niños que cuenta con diversos, juegos, actividades, audiocuentos y actividades para nuestros hijos.
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Cuentos de Niños Bicentenarios - ENcontrARTE
Calendario de eventos culturales a nivel local, regional y nacional según única presentació o según su temporada de presentación.
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Algo Especial: Cuentos para niños
Cuentos para niños. Publicado por Adriana Sylvia Narvaja. La carta de la risa. Por Adriana Sylvia Narvaja,. Para “Algo Especial Protagonista del Presente”, ...
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PDVSA La Estancia | “Cuentos de Niños Bicentenarios” se ...
Cuentos de Niños Bicentenarios” se presentará en el Paseo Monumento a las ... la pieza teatral “Cuentos de niños bicentenarios”, puesta en escena por el ...
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Cuentos de Niños. Por Javi Arboleya
Un relato de misterio, un puñado de niños curiosos, y una casa encantada.
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Libro De Cuentos Para Niños Y Adolescentes.lote De 12 ...
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Pequeñas historias de las hadas, cuentos para niños iPad, cuentos ...
Son cuentos para niños un poco más mayores, las palabras utilizadas requieren un cierto conocimiento de la lengua lo cual nos parece excelente. Os ponemos ...
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Cuentos para niños en el Festival de Narración Oral - AGENDA ...
Este XXIII Festival Internacional de Narración oral cuenta en su programación con dos funciones infantiles: - "Cuentos Colorados" de Oswaldo Pai, el Domingo ...
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Café Comercial: Sesión de cuentos para niños.
Sesión de cuentos para niños. El domingo 10 a las 12:00 hemos preparado un plan muy especial para los que tenéis niños. No los dejéis en casa. Traedlos al ...
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Aprendices Visuales - Cuentos para niños con Autismo: Petición ...
Tras más de un año de trabajo, diseño, ilustraciones, revisión del cuento y testeo en las asociaciones...nos alegra comunicaros que ya está disponible el cuento ...
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La Diputación de Badajoz edita tres cuentos para niños y adultos
La Crónica de Badajoz
Francisco J. Santos Rebollo firma los textos de Historias del país de cerca y de lejos que, con ilustraciones de Cristina Hernández Fierro, ha ganado el primer premio de cuentos ilustrados en la modalidad de infantil. El país de cerca y de lejos es un ...

Cuentos tradicionales para saber qué hacemos con los niños
Periodistas en Español (Comunicado de prensa)
Algunos han tachado los cuentos tradicionales de excesivamente duros, exagerados, crueles. Y mirados con los ojos de hoy, escandalizarían hasta a un adulto, pues estaban (pienso en la época en que accedí a ellos por primera vez) llenos de personajes ...

Video cuento para niños coeducacion infantil y primariaOrientacion ...
Video cuento corto para trabajar la coeducacion e n nuestras aulas de infatil y primaria. Incluye ...
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Escribe tus propios cuentos para niños
Taller de cuentos para que los niños aprendan a escribir sus propios cuentos infantiles de animales y desarrollen la imaginación, la creatividad y la autoestima .
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¿Qué aportan los cuentos a los niños? - Bebés y niños
A partir de los tres años los niños se interesan por los cuentos y pueden aprender a leer con estímulos apropiados. Pero lo importante es que ayudes a tu hijo a ...
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La felicidad de los niños se esconde detrás de un cuento
Murcia.com
El escritor valenciano, Carles Cano, ha estado estos días en Cartagena, participando en los Encuentros con Autor de las Bibliotecas Municipales de la ciudad. El objetivo de su estancia no es otro que compartir con los alumnos de Educación Infantil, de ...

Cuento clásico: El soldadito de plomo - El Portal de Educapeques
Cuentos infantiles cortos · Cuentos Clásicos · Cuentos del ... Lectura para niños ... Cuento de Hans Christian Andersen: El soldadito de plomo. Erase una vez ...
www.educapeques.com/.../el-soldadito-de-plomo.html?...
Cuentos para Niños | Raíces
Cuentos para NiñosCuentos para Niños. 23/3 Sábado 12.00H – 13.00H. Cuentos y actividades para niños (edades 2-10) en inglés en Raíces ...
raicesgranada.org/cuentosparaninos/
Con "Cuentos para el Quijote" participan niños en concurso de ...
Puente Libre La Noticia Digital
Con el propósito fundamental de fomentar las competencias comunicativas, de reflexión y práctica de los valores imprescindibles en la formación de ciudadanos responsables, plenos y componentes, el Gobierno del Estado, a través de la Secretaría de ...
cuentos para niños en pictogramas - para jefaturas regionales y ...
el Blog de Berni______ EDUCATIVO y para DOCENTES, desde Paso del Rey, Buenos Aires, Argentina"Si no logras que tu ciencia se destaque, es inútil todo el ...
https://bejomi1.wordpress.com/.../cuentos-para-ninos-en-picto...
FINALIZÓ CAMPAÑA "CUENTOS QUE SE HACEN REALIDAD"
“Yo y mis derechos”, es un cuento para niñas y niños de 6 a 12 años, que habla sobre sus derechos y deberes, mientras que “El miedo de la pata patuleca”, ...
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Cuentos del mundo: El mono y las lentejas - El Portal de ...
Cuentos infantiles cortos ... Clásicos · Cuentos del mundo · Cuentos Interactivos · Leyendas y fábulas para niños · Otros cuentos para niños · Videocuentos ...
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Video cuentos infantiles para niños Tino el Cochino | Orientacion ...
Cuentos infantiles más peques hemos realizado un nuevo video muy divertido con el cuento ...
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lunes, 11 de marzo de 2013

Antiguos cuentos del Japon Cuentos populares




Antiguos cuentos del Japon
Cuentos populares






Los seis Jizos y los sombreros de paja

Erase una vez un abuelito y una abuelita. El abuelito se ganaba la vida haciendo sombreros de paja. Los dos vivían pobremente, y un año al llegar la noche vieja no tenían dinero para comprar las pelotitas de arroz con que se celebra el Año Nuevo. Entonces, el abuelito decidió ir al pueblo y vender unos sombreros de paja. Cojió cinco, se los puso sobre la espalda, y empezó a caminar al pueblo.
El pueblo caía bastante lejos de su casita, y el abuelito se llevó todo el día cruzando campos hasta que por fin llegó. Ya allí, se puso a pregonar:

" ¡Sombreros de paja, bonitos sombreros de paja!
¿Quién quiere sombreros?"

Y mira que había bastante gente de compras, para pescado, para vino y para las pelotitas de arroz, pero, como no se sale de casa el día de Año Nuevo, pues, a nadie le hacía falta un sombrero. Se acabó el día y el pobrecito no vendió ni un solo sombrero. Empezó a volver a casa, sin las pelotitas de arroz.
Al salir del pueblo, comenzó a nevar. El abuelito se sentía muy cansado y muy frío al cruzar por los campos cubiertos ahora de nieve. De repente se fijó en unos Jizos, estatuas de piedra representando unos dioses japoneses. Había seis Jizos, con las cabezas cubiertas de nieve y las caras colgadas de carámbanos.
El viejecito tenía buen corazón y pensó que los pobrecitos Jizos debían tener frío. Les quitó la nieve, y uno tras uno les puso los sombreros de paja que no pudo vender, diciendo: " Son solamente de paja pero, por favor, acéptenlos...:
Pero solo tenia cinco sombreros, y los Jizos eran seis. Al faltarle un sombrero, al último Jizo el viejecito le dio su propio sombrero, diciendo: "Discúlpeme, por favor, por darle un sombrero tan viejo ." Y cuando acabó, siguió por entre la nieve hacia su casa.

El abuelito llegaba cubierto de nieve. Cuando la abuelita le vio así, sin sombrero ni nada, le pregunto que qué pasó. El le explicó lo que ocurrió ese día, que no pudo vender los sombreros, que se sintió muy triste al ver esos Jizos cubiertos de nieve, y que como eran seis tuvo que usar su propio sombrero.
Al oír esto, la abuelita se alegró de tener un marido tan cariñoso:
"Hiciste bien. Aunque seamos pobres, tenemos una casita caliente y ellos no." Abuelito, como tenía frío, se sentó al lado del fuego mientras abuelita preparó la cena. No tenían bolitas de arroz, ya que abuelito no pudo vender los sombreros de paja, y en vez comieron solamente arroz y unos vegetales en vinagre y se fueron a cama tempranito.

A la media noche, el abuelito y la abuelita fueron despiertos por el sonido de alguien cantando. A lo primero, las voces sonaban lejos pero iban acercándose a la casa y cantaban:

"¡Abuelito dio sus sombreros
A los Jizostodos enteros
Alijeros, a su casa, alijeros!"
 
El abuelito y la abuelita estaban sorprendidos, aún más cuando oyeron un gran ruido, "¡Bum!" Corrieron para ver lo que era, y vaya sorpresa les dio al abrir la puerta.
Paquetes y paquetes montados uno sobre otro, y llenos de arroz, vino, pelotitas de arroz, decoraciones para el Nuevo Año, mantas y quimonos bien calientes, y muchas otras cosas. Al buscar quien les había traído todo esto, vieron a los seis Jizos, alejándose con los sombreros de abuelito puestos. Los Jizos, en reconocimiento de la bondad del abuelito, les habían traído estos regalos para que los abuelitos tuvieran un prospero Nuevo Año.


La Grulla Agradecida

Erase una vez había un joven que vivía solo en una casita al lado del bosque. De regreso a casa durante un día de invierno bastante nevoso, oyó un ruido extraño. Se puso a caminar hacia un campo lejano de donde venía el sonido, y allí descubrió una grulla tumbada sobre la nieve llorando de dolor. Una flecha incada en la ala tenía, pero el joven, muy cariñoso, se la quitó con mucho cuidado. El pájaro, ya libre, voló hacia el cielo y desapareció.
El hombre volvió a casa. Su vida era muy pobre. Nadie le visitaba, pero esa noche a la puerta sonó un frap-frap-frap. "¿Quién será, a esta hora y en tanta nieve?" pensó él. ¡Qué sorpresa al abrir la puerta y ver a una mujer joven y bonita! Ella le dijo que no podía encontrar su camino por la nieve, y le pidió dejarla descansar en su casa, para lo cual él fue muy dispuesto. Se quedó hasta el amanecer, y también el día siguiente.

Tan dulce y humilde era la mujer que el joven se enamoró y le pidió ser su esposa. Se casaron, y a pesar de su pobreza, se sentían alegres. Hasta los vecinos se alegraban de verlos tan contentos. Pero el tiempo vuela y pronto llegó otro invierno. Se quedaron sin dinero y comida, tan pobres como siempre.

Un día, para poder ayudar un poco, la mujer joven decidió hacer un tejido y su marido le construyó un telar detrás de la casa. Antes de empezar su trabajo ella pidió a su marido prometerla nunca entrar al cuarto. El lo prometió. Tres días y tres noches trabajó ella sin parar y sin salir del cuarto. Casi muerta parecía cuando la mujer joven por fin salió, pero a su marido le presentó un tejido hermoso. El lo vendió y consiguió un buen precio.

El dinero les duró bastante tiempo pero cuando se acabo todavía seguía el invierno. Ya que, otra vez se puso a tejer la mujer joven, y otra vez su marido le prometió no entrar al cuarto. Fueron no tres sino cuatro días cuando ella, viéndose peor que la vez siguiente, salió del cuarto y le dio a su marido un tejido de tan gran maravilla que, al venderlo en el pueblo, consiguieron dinero suficiente para dos inviernos duros.
 
Mas seguros para el futuro que nunca, desafortunadamente el hombre se hizo avaro. Tormentazo, tanto por el deseo de ser rico como por los vecinos siempre preguntándole que cómo se podía tejer sin comprar hilo, el joven le pidió a su señora hacer otro tejido. Ella pensaba que tenían bastante dinero y que no había necesidad, pero el avaricioso no dejaba de insistir. Puesto que, después de recordarle a su marido la promesa, la mujer se metió en el cuarto a trabajar.

Esta vez la curiosidad no le dejaba al hombre en paz. Ignorando su promesa, fue al cuarto donde su señora trabajaba y abrió un poquito la puerta. La sorpresa de lo que vio le hizo escapar un grito. Manejando el telar estaba no su señora sino un pájaro hermoso, cual de las plumas que se iba arrancando de su propio cuerpo hacia un tejido igualmente hermoso. Cuando el pájaro, al oírle gritar, se dio cuenta de que alguien la miraba dejó de trabajar y de repente su forma se convirtió a la de la mujer joven.
 
Entonces, ella le explicó su historia, que ella era esa grulla cual él ayudó y que, agradecida, se convirtió a mujer, y que empezó a tejer para ayudarle no ser pobre, esto a pesar del sacrificio que tejer con las plumas de su propio cuerpo le costaba. Pero, ahora que él sabía su secreto, tendrían que dejar de ser juntos. Al oír esto, el prometió que la quería más que todo el dinero del mundo, pero ya no había remedio. Cuando acabó su historia, ella se convirtió a grulla y voló hacia el cielo.


Issunboshi

Erase una vez un viejecito y una viejecita. Nunca pudieron tener niños, y esto les hacia sentir muy tristes, tal que le pidieron a los dioses que le dieran un niño: "Aunque no fuera ni mas grande que un dedo, estaríamos contentos."
Y un día, tuvieron un bebe tan alto como un dedo. El viejecito y la viejecita estaban muy contentos, tanto tiempo habían esperado. Al bebé le llamaron "Issunboshi", que quiere decir pequeño y chiquitito, y le cuidaron con mucho cariño. Los años pasaron pero Issunboshi no crecía. A los tres años de edad, a los cinco, a los diez, siempre tenia la misma talla que tuvo el día que nació, es decir, la talla de un dedo. Sus papás se preocupaban mucho por esto. Le hinchaban de comida e hicieron todo lo posible, pero sin remedio. El chiquitito no crecía ni un pelo.
Tan pequeñito era Issunboshi que no podía ayudar a la viejecita en la casa, y al salir al campo con el viejecito Issunboshi solamente podía portar una brizna de hierba a la vez. Issunboshi era buen cantante y bailarín, pero a pesar de esto le caía muy malamente el no poder ayudar a sus papás. Además, los otros niños del pueblo siempre se reían de él y le burlaban con Œenanito¹. Todo esto le dejaba muy triste, y decidió hacer un viaje. Le dijo al viejecito y la viejecita: "He decidido ir a la capital para buscar empleo."
El viejecito y la viejecita se sentían tristes al oír esto, pero le dieron un plato de sopa, un palillo de comer, y una aguja, y le desearon buena suerte. El chiquitito se puso el plato de sopa como gorro, la aguja como espada en la cintura y el palillo como caña de caminar, y se fue.

Caminaba y caminaba pero la capital caía muy lejos. En medio camino se encontró con un una hormiga y le preguntó si la ciudad estaba aún lejos.
La hormiga contestó:

"Vaya a través los dientes de león,
cruza el campo de girasoles,
y siga hacia el río."
Issunboshi le dio gracias a la hormiga y camino por entre los dientes de león y los girasoles hasta llegar al río. Allí, el plato de sopa que usaba como paraguas se convirtió ahora a barco y el palillo a palo para empujar, e Issunboshi se embarcó sobre el río. Después de un rato llegó a un puente grande sobre cual había mucha gente. Al ver esta multitud, Issuboshi se imaginó que está era la capital y se bajó del barco.
La capital era muy grande, llena con muchísima gente de aspecto muy ocupado. Para el pequeñito Issunboshi, era un sitio peligroso, ya que a cualquier momento alguien podría pisarle sin ni darse cuenta. Issunboshi pensó que tendría que tener mucho cuidado, y que sería mejor caminar por las calles mas calladas. Mientras se paseaba dio con una casa grande; era la residencia de un rico y poderoso señor. Issunboshi se presento al portal y llamó: "¡Por favor! ¿Hay alguien?"
Un hombre se asombró pero no vio al pequeñito Issunboshi y volvió murmurando: "Pensé que oí alguien pero no hay nadie.:
Otra vez Issunboshi llamó: "Aquí estoy, al lado de los zapatos."
El hombre miró hacia los zapatos y por fin vio a Issunboshi. Jamás vio alguien tan pequeño. El hombre se agachó, recogió al chiquitito y le puso en la mano, mirándole con gran interés. Al fin, le llevó al cuarto de la princesa. Allí, Issunboshi bailó y cantó con tanta gracia que todos en el cuarto se encantaron de él. En particular a la princesa le gustó tanto este niñito de tamaño dedo que decidió mantenerle siempre con ella.

Issunboshi continuó a vivir en la gran casa del señor, como ayudante de la princesa: cuando ella leía, él daba vuelta a las paginas; cuando ella practicaba la caligrafía, él le hacía la tinta. A la misma vez, Issunboshi practicaba la esgrima con la aguja. Issunboshi siempre permanecía al lado de la princesa, y ella nunca faltaba de traerle durante su paseo.

Un día al regreso a casa después de visitar el templo Kiyomizu un bandido la ataco y trató de secuestrarla. Pero Issunboshi la acompañaba y en voz alta exclamó: "¡Déjala en paz! ¡Yo, Issunboshi, estoy aquí! ¡Cuídate, maldito!"
El bandito, al ver el pequeñito Issunboshi, se puso a reír: "¿Tú, enanito? ¿Qué me vas a hacer, morderme el tobillo? Y, ¡se lo tragó! Pero Issunboshi era bravo. Le hincó la aguja en el estómago y siguió hincándole con toda su fuerza mientras subía la garganta. El bandito se retorcía de dólar y gritaba: "¡Ay, ay!" Pero Issunboshi no paró hasta que por fin dio un salto afuera por la nariz del bandito, quien se escapó corriendo.

La princesa, ya salvada, recogió algo que el bandito abandonó al huirse. ¡Era un martillo mágico! Ella le explicó a Issunboshi que: "Esto es un martillo mágico. Con solamente sacudirlo, cualquier deseo que tengas será cumplido." La princesa reconoció que Issunboshi le había rescatado, y le preguntó a Issunboshi: "¿Cuál es tu deseo?"
El pequeñito Issunboshi, tamaño dedo, contestó inmediatamente: "Mi deseo es ser grande."
La princesa sacudió el martillo mágico y repetía las palabras:

"Grande, grande.
Que el pequeñito Issunboshi se haga mas grande."
Issunboshi empezó a crecer y crecer, y pronto delante de la princesa había un hombre joven encantador.
Cuando llegaron a la gran casa, la princesa le contó a su papá, el gran señor, las hazañas de Issunboshi y su metamorfosis. El señor, agradecido, le dio permiso a su hija para casarse con Issunboshi, e Issunboshi invitó a su viejecito papá y mamá a la capital para vivir todos juntos. Todos se quedaron muy alegres. Colorin, colorado, este cuento se ha acabado.


La Montaña Crujiente
 
Erase una vez un abuelito y una abuelita vivían solitos en una casita. Cada día el abuelito se iba a trabajar en el campo, y mientras sembraba arroz cantaba:

"Un grano, y de él miles."
   
Cada día también venía después de el abuelito un tejón, que cantaba:
"Un grano y uno solo. Y todos me los comeré."
Y cuando el viejecito volvía al campo el día siguiente, veía que no le quedaba ni un solo grano. Por culpa de esto, los abuelitos vivían pobremente.
 
Un día el abuelito, al ver que otra vez el tejón se había comido todo, se enfadó tanto que decidió atrapar al tejón. El abuelito empezó a sembrar y cantar, como siempre, hasta que por fin llegó el tejón. De repente, el abuelito dio un salto, y en un abrir y cerrar de ojos atrapó al tejón malo y le ató con una cuerda fuerte.

Cuando el abuelito llego a casa con su prisionero, le dijo a la abuelita: "Abuelita, ven y mira lo que cogí hoy. Calienta la cazuela y haznos un buen cocido de tejón." y el abuelito volvió al campo.
La abuelita empezó a moler arroz para hacer galletas para la cena.
 
El tejón, que era muy taimado, le dijo a la abuela: "Abuelita, mira que eso de moler arroz, usted solita, a sus añitos, deberá ser mucho trabajo. ¿Por qué no me desata para poder darle una mano?" La abuela vacilo, pensando que el abuelito se enfadaría. Pero él tejón insistía tanto como quería ayudarla que, al fin, la abuelita decidió dejarle suelto para un poquito. A lo primero el tejón fingió ayudarla y cogió el mano de mortero; pero en vez de moler arroz le dio un bastazo a la abuelita sobre la cabeza y se fugó corriendo. Cuando el viejecito llegó a casa y encontró a la viejecita ya muerta, se puso a llorar. Una liebre, viéndole llorar, le pregunto el por qué de sus lagrimas, y el viejecito le contó su historia. "Vale, yo me vengar por ti." dijo la liebre, y se fue hacia las montañas.

La liebre se puso a recoger leña. Después de un rato, el tejón se acerco y le preguntó que qué hacía. "Este invierno va a ser muy frío, y me estoy preparando," le contesto. El tejón pensó que esto era una buena idea y empezó a ayudar a la liebre. Pronto, tenían un buen montón de leña. Se montaron la leña sobre la espalda y empezaron a bajar la montaña. A medio camino, la liebre empezó a quejarse: "¡Como pesa! ¡Ay, como pesa!" El tejón, para ayudar a su nuevo amigo tanto como para no oírle quejar todo el tiempo, tomó todo la leña de la liebre y se la puso sobre su propia espalda. Al seguir el camino, la liebre, quien caminaba detrás del tejón, comenzó a chocar unas piedras sobre la leña para que se prendiera en fuego.
 
Cuando el tejón le preguntó que qué era ese ruido, la liebre le contestó que ésta era la Montaña Crujiente, y que el sonido era de los pájaros pegando a loas árboles con los picos. Por fin la leña empezó a quemarse, y al oír las llamas del fuego el tejón le preguntó otra vez a su nuevo amigo lo que era.
"Ese sonido es el llanto de los pájaros, y por eso también le llaman a esta montaña la Montaña de los Pájaros que Llantan." Al quemarle la piel, el tejón comenzó a gritar pero la liebre se escapó corriendo.

El día siguiente, la liebre se puso esta vez a recoger pimientos rojos para hacer picante. AL verlo el tejón, éste se enfado y le chilló que por su culpa la espalda se le había quedado horriblemente quemada.
La liebre se hizo el tonto y le contestó:

"Las liebres de la Montaña Crujiente son las liebres de la Montaña Crujiente.
Los de la Montaña de los Pimientos son los de la Montaña de los Pimientos.
No sé de lo que hablas."
El tejón pensó que éso tenía razón. Le pidió en vez a la liebre si por acaso tenía alguna medicina para las quemaduras.
"Vaya suerte, ahora mismo la estoy preparando", le dijo la liebre al tejón y empezó a cubrirle la espalda con la pimienta. Al principio el tejón no sentía nada, pero poco a poco la pimienta le dejó en peor dolor que antes. En ese momento, la liebre corrió y se escapó otra vez.
 
El día siguiente la liebre se fue a la montaña de nuevo. Esta vez empezó a cortar árboles, pare hacerse un barco. El tejón llegó, la espalda doliéndole muchísimo, chillándole a la liebre que por culpa de su medicina casi se murió ayer en la montaña de los Pimientos.
La liebre, como si nunca le hubiera conocido, contesto:

"Las liebres de la Montaña de los Pimientos son las liebres de la Montaña de los Pimientos.
Las de la Montana de los Cedros son las de la Montaña de los Cedros.
¿Tú quien eres?"
O la liebre era buen actor o el tejón era bastante crédulo, la cosa es que otra vez el tejón se creyó lo que la liebre le decía. Al enterarse de que la liebre planeaba hacerse un barco, le pregunto por qué.
 
Cuando la liebre le dijo que era para ir de pesca en el río, el tejón quiso un barco también. "Bueno, yo me hago el barco de color blanco por que la piel la tengo blanca. Tú, ya que tienes pelo marrón, te vendría mejor hacer el barco de tierra.", le explicó la liebre al tejón. Cada uno acabó de construirse su propio barco y se fueron juntos al río. Ya en el agua, el barco de tierra del badger comenzó a disolverse. En muy poco tiempo, el tejón se encontró hundiéndose en el agua. Se ahogaba y gritaba:"¡ Socorro, socorro, ayudame!" Pero la liebre, impasible, le dijo: "Recuerdate ahora de la pobre abuelita que murió por tu culpa," y le abandonó.
La liebre se fue al abuelito. Le anunció que el tejón estaba muerto. Pero en vez de alegrarse el viejecito se entristeció. Pensó que la muerte del tejón no le devolvería la abuelita, y que la venganza no valía para nada.

sábado, 9 de marzo de 2013

LINKS CUENTOS

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Y ahora vayamos a los malos de las historias. Los cuentos destinados a niños de hasta 7 años siempre deberían acabar bien. A partir de los 5 años les gusta, ...
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Cuentos para Niños en Español e Inglés Boletos son gratis y están disponibles en el escritorio de la sección de niños niños.
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Cuentos de mayores y de niños para fomentar la educación vial
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Paco Abril presenta un fotocuento protagonizado por niños de ...
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Todo nació con la organización de una actividad estival, para la que Paco Abril propuso el mundo de los cuentos. Los niños eligieron Peter Pan, y el escritor se puso manos a la obra para elaborar un guión adaptado. Después, los niños eligieron cada uno ...
El Comercio Digital (Asturias)
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miércoles, 6 de marzo de 2013

El Dragón- Ray bradbury




El Dragón
Ray bradbury


La noche soplaba en el escaso pasto del páramo. No había ningún otro
movimiento. Desde hacía años, en el casco del cielo, inmenso y tenebroso, no
volaba ningún pájaro. Tiempo atrás, se habían desmoronado algunos pedruscos
convirtiéndose en polvo. Ahora, sólo la noche temblaba en el alma de los dos
hombres, encorvados en el desierto, junto a la hoguera solitaria; la oscuridad les
latía calladamente en las venas, les golpeaba silenciosamente en las muñecas y
en las sienes.
Las luces del fuego subían y bajaban por los rostros despavoridos y se volcaban
en los ojos como jirones anaranjados. Cada uno de los hombres espiaba la
respiración débil y fría y los parpadeos de lagarto del otro. Al fin, uno de ellos atizó
el fuego con la espada.
¡No, idiota, nos delatarás!
¡Qué importa! dijo el otro hombre. El dragón puede olernos a kilómetros de
distancia. Dios, hace frío. Quisiera estar en el castillo.
Es la muerte, no el sueño, lo que buscamos...
¿Por qué? ¿Por qué? ¡El dragón nunca entra en el pueblo!
¡Cállate, tonto! Devora a los hombres que viajan solos desde nuestro pueblo al
pueblo vecino.
¡Que se los devore y que nos deje llegar a casa!
¡Espera, escucha!
Los dos hombres se quedaron quietos.
Aguardaron largo tiempo, pero sólo sintieron el temblor nervioso de la piel de los
caballos, como tamboriles de terciopelo negro que repicaban en las argollas de
plata de los estribos, suavemente, suavemente.
Ah... el segundo hombre suspiró. Qué tierra de pesadillas. Todo sucede
aquí. Alguien apaga el Sol; es de noche. Y entonces, y entonces, ¡oh, Dios,
escucha! Dicen que este dragón tiene ojos de fuego y un aliento de gas
blanquecino; se le ve arder a través de los páramos oscuros. Corre echando rayos
y azufre, quemando el pasto. Las ovejas aterradas, enloquecen y mueren. Las
mujeres dan a luz criaturas monstruosas. La furia del dragón es tan inmensa que
los muros de las torres se conmueven y vuelven al polvo. Las víctimas, a la salida
del Sol, aparecen dispersas aquí y allá, sobre los cerros. ¿Cuántos caballeros,
pregunto yo, habrán perseguido a este monstruo y habrán fracasado, como
fracasaremos también nosotros?
¡Suficiente, te digo!
¡Más que suficiente! Aquí, en esta desolación, ni siquiera sé en que año
estamos.
Novecientos años después de Navidad.
No, no murmuró el segundo hombre con los ojos cerrados. En este páramo
no hay Tiempo, hay sólo Eternidad. Pienso a veces que si volviéramos atrás, el
pueblo habría desaparecido, la gente no habría nacido todavía, las cosas estarían
cambiadas, los castillos no tallados aún en las rocas, los maderos no cortados aún
en los bosques; no preguntes cómo sé; el páramo sabe y me lo dice. Y aquí
estamos los dos, solos, en la comarca del dragón de fuego. ¡Que Dios nos
ampare!
¡Si tienes miedo, ponte tu armadura!
¿Para qué? El dragón sale de la nada; no sabemos dónde vive. Se desvanece
en la niebla; quién sabe a dónde va. Ay, vistamos nuestra armadura, moriremos
ataviados.
Enfundado a medias en el corselete de plata, el segundo hombre se detuvo y
volvió la cabeza.
En el extremo de la oscura campiña, henchido de noche y de nada, en el corazón
mismo del páramo, sopló una ráfaga arrastrando ese polvo de los relojes que
usaban polvo para contar el tiempo. En el corazón del viento nuevo había soles
negros y un millón de hojas carbonizadas, caídas de un árbol otoñal, más allá del
horizonte. Era un viento que fundía paisajes, modelaba los huesos como cera
blanda, enturbiaba y espesaba la sangre, depositándola como barro en el cerebro.
El viento era mil almas moribundas, siempre confusas y en tránsito, una bruma en
una niebla de la oscuridad; y el sitio no era sitio para el hombre y no había año ni
hora, sino sólo dos hombres en un vacío sin rostro de heladas súbitas,
tempestades y truenos blancos que se movían por detrás de un cristal verde; el
inmenso ventanal descendente, el relámpago. Una ráfaga de lluvia anegó la
hierba; todo se desvaneció y no hubo más que un susurro sin aliento y los dos
hombres que aguardaban a solas con su propio ardor, en un tiempo frío.
Mira... murmuró el primer hombre. Oh, mira, allá.
A kilómetros de distancia, precipitándose, un cántico y un rugido: el dragón.
Los hombres vistieron las armaduras y montaron los caballos en silencio. Un
monstruoso ronquido quebró la medianoche desierta y el dragón, rugiendo, se
acercó y se acercó todavía más. La deslumbrante mirilla amarilla apareció de
pronto en lo alto de un cerro y, en seguida, desplegando un cuerpo oscuro, lejano,
impreciso, pasó por encima del cerro y se hundió en un valle.
¡Pronto!
Espolearon las cabalgaduras hasta un claro.
¡Pasará por aquí!
Los guanteletes empuñaron las lanzas y las viseras cayeron sobre los ojos de los
caballos.
¡Señor!
Sí; invoquemos su nombre.
En ese instante, el dragón rodeó un cerro. El monstruoso ojo ambarino se clavó en
los hombres, iluminando las armaduras con destellos y resplandores bermejos.
Hubo un terrible alarido quejumbroso y, con ímpetu demoledor, la bestia prosiguió
su carrera.
¡Dios misericordioso!
La lanza golpeó bajo el ojo amarillo sin párpado y el hombre voló por el aire. El
dragón se le abalanzó, lo derribó, lo aplastó y el monstruo negro lanzó al otro
jinete a unos treinta metros de distancia, contra la pared de una roca. Gimiendo,
gimiendo siempre, el dragón pasó, vociferando, todo fuego alrededor y debajo: un
sol rosado, amarillo, naranja, con plumones suaves de humo enceguecedor.
¿Viste? gritó una voz. ¿No te lo había dicho?
¡Sí! ¡Sí! ¡Un caballero con armadura! ¡Lo atropellamos!
¿Vas a detenerte?
Me detuve una vez; no encontré nada. No me gusta detenerme en este páramo.
Me pone la carne de gallina. No sé que siento.
Pero atropellamos algo.
El tren silbó un buen rato; el hombre no se movió.
Una ráfaga de humo dividió la niebla.
Llegaremos a Stokel a horario. Más carbón, ¿eh, Fred?
Un nuevo silbido, que desprendió el rocío del cielo desierto. El tren nocturno, de
fuego y furia, entró en un barranco, trepó por una ladera y se perdió a lo lejos
sobre la tierra helada, hacia el norte, desapareciendo para siempre y dejando un
humo negro y un vapor que pocos minutos después se disolvieron en el aire
quieto.